Langre, situada en el municipio cántabro de Ribamontán al Mar, es una de playas más desconocidas del litoral y, sin embargo, una de las más bellas y solitarias. La playa de Langre, con forma de dorada media luna y apenas un kilómetro de longitud, se rodea de naturaleza para formar un paradisíaco entorno con verdes praderas. Todo esto gracias a que el arenal de Langre se ha librado de la fiebre del ladrillo, con lo que no hay edificios a la vista que puedan entorpecer el bucólico paisaje.Cercada por un abrupto acantilado, resulta una playa muy resguardada ante vientos incómodos. Las aguas cristalinas y la finísima arena blanca harán desaparecer todo deseo de estar en el Caribe, aunque tal vez se eche un tanto en falta zonas más tropicales al adentrarse en el agua. Cabe recordar que el bravío Cantábrico no cede apenas grados en su temperatura ante el riguroso calor estival, por lo que el chapuzón resultará siempre refrescante.Para quienes opten por darse un homenaje completo y aparquen para ello la fiambrera en casa, las localidades Somo, Laredo y Galizano están muy cerca. En sus restaurantes podrá disfrutar de las delicias del mismo mar donde se ha zambullido horas antes, amén de la rica y variada gastronomía cántabra, toda una delicia.
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