miércoles, 25 de agosto de 2010

ALICANTE SU MAR Y SU TURRÓN

Lectura muy amena:
El casco antiguo acoge palacetes como el de los Berenguer de Marquina, la Casa Llorca o el que fuera hogar de la familia Maisonnave. Todos ellos fueron levantados en el siglo XVIII, cuando las familias burgueses se instalaron aquí atraídos por el crecimiento económico que el tráfico marítimo aportó a la ciudad. En el Paseo Explanada de España, clásico recorrido dominguero de los alicantinos, se encuentran las casas Alberola (1894), primera levantada junto al mar, y Carbonell (1925), posiblemente la más señorial de la ciudad.

El Ayuntamiento, un edificio barroco de principios del siglo XVIII, luce una fachada abanderada por dos torres y una cúpula central rematada con coloridos azulejos.

Dejamos atrás el Parque de la Ereta para entrar directamente en el Barrio de Santa Cruz, uno de los más populares de la ciudad. Merece la pena perderse entre sus calles estrechas de fachadas blancas y llegar hasta la ermita de San Roque, donde se guarda el venerado paso del Cristo Gitano. Cada Semana Santa, alimenta el fervor alicantino al descender por las empinadas sendas del barrio.
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