miércoles, 25 de agosto de 2010

Estambul es el testimonio vivo

Viaje mui agradable:

Estambul es el testimonio vivo de lo que significa una u otra mirada sobre la realidad.

Es el puerto de la historia y el destino de los sueños de muchos siglos de luchas y de conquistas. Sentarse en las rocas a orillas del Bósforo para contemplar la salida al Mar de Mármara o la entrada en el Golden Horn es como presenciar un desfile de almas que circulan adoptando los colores y formas de un calidoscopio.

Estambul tiene tantos secretos como una mujer e intentar develarlos es absurdo porque lo que ofrece esta ciudad es la posibilidad de experimentar en ella y con ella la ilusión del navegante. La ansiedad calma del pescador. La ficción del regateo y la bruma que tiñe sus colinas y sus encuentros.

Sus dulces y sus especias –por citar algunas de sus versiones más populares- acaso reflejen la variedad conceptual y el carrusel de creencias desde la que este maravilloso sitio fue creciendo.

A Estambul no se va de visita. Se va a rendir homenaje a los testimonios que en cada uno de los rincones de ese puerto ha dejado la pasión más genuina de la humanidad.

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