viernes, 24 de septiembre de 2010

Una visita dura pero ineludible, un homenaje a las víctimas

Pais muy interesante:

De esta manera, el museo te invita a conocer una historia verdadera de las miles de historias personales que existen. En centros conmemorativos como este, existe un riesgo de que el interesado salga del recinto con una idea abstracta de lo que fue el Holocausto judío: demasiados datos, demasiados nombres, demasiadas víctimas. Este sentimiento, que muchas veces es inevitable, intenta ser reparado con un nombre propio para cada visitante.

La visita del museo es larga, de un promedio de tres horas, ya que la exposición permanente comprende casi la totalidad de la superficie. Los acontecimientos previos y posteriores a la II Guerra Mundial se narran de manera cronológica y por países.La primera planta está dedicada a los años transcurridos entre 1933 y 194o, con la exclusión de los judíos de la sociedad europea. La segunda planta, que expone los hechos acaecidos entre 1940 y 1945, se centra en los campos de exterminio y la llamada Solución Final. No nos engañemos, el Museo del Holocausto es una visita dura y densa para el viajero, pero extremadamente interesante.

Además de ser un museo abierto a todo el mundo, en él se desarrollan importantes investigaciones académicas en relación a los genocidios (no solamente el judío), tanto acerca de los que ya ocurrieron como aquellos que, actualmente, están teniendo lugar en el mundo. Esta misión se lleva a cabo por el Centro de Estudios Avanzados sobre el Holocausto, se difunde a través de revistas, publicaciones, seminarios, becas de investigación y visitas de escolares.

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