viernes, 24 de septiembre de 2010

La cultura y la naturaleza también forman parte de la isla

Viaja y diviertete:

Pero ahora las cosas han cambiado. Cerdeña y su maravillosa Costa Esmeralda son ahora el clavo que más arde durante la temporada estival. Sobretodo, en Porto Cervo, donde atracan yates que tienen tres o cuatro plantas y hasta heliopuerto.

Nos hemos habituado a ver posados de gente como Flavio Briatore, Alejandro Agag o Naomi Campbell. Pero si quieren ahorrarse facturas de 20 euros por un refresco y un café, háganme caso, no pasen por esa zona.

Y no es únicamente una cuestión económica. Lo que ocurre es que esta isla que tiene casi 300 km de punta a punta es mucho más rica en paisaje, cultura y ocio de lo que la gente piensa. Empezando, por ejemplo, por Alghero. Es una ciudad muy bella, situada en el extremo occidental. Aunque el puerto deportivo es atractivo, su principal reclamo es el casco antiguo, protegido por una imponente muralla.

Sus rasgos arquitectónicos medievales no se alejan del patrón mediterráneo: calles empedradas y sinuosas, balconadas floradas o torres de vigía que han permanecido indemnes al paso del tiempo. Y es que ya hace más de seis siglos l’Alguer formaba parte del dominio de la Corona catalano-aragonesa.

No deja de ser curioso. Porque llegado desde Barcelona, a uno le hace gracia leer el nombre de algunas calles en catalán o ver cómo ondean las señeras a modo de proclama identitaria. Por supuesto, a parte del valor histórico de la visita, no pierdan la oportunidad de tomar una copa en King’s o de cenar en Al Tuguri: un auténtico placer para los sentidos.

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