viernes, 24 de julio de 2009

Mi amor - Rio de Janeiro

Lectura muy amena:
Optamos por la calidad y no por la cantidad.Priorizamos el ascenso al Cristo, las caminatas por las playas y recorrer el centro de la ciudad.Solo teníamos 4 días y decidimos comenzar por el emblema carioca por excelencia que es el Cristo Redentor en la cima del Corcovado. Un morro de 710 metros de altura y allá en la cima esa imponente imagen de 38 ms de alto con sus brazos extendidos, que parece cobijar a toda la ciudad. Desde cualquier parte de Río se observa la poderosa estatua que ya cumplió 77 años.
Admirar la ciudad desde el Cristo es majestuoso.También vale la pena gastarse los pies caminando desde Leme hasta Leblón para llegar al pie del cerro Dos IrmaosEs un placer sentarse en uno de los bancos de la rambla a observar este morroMuy agradable resulta, ir descubriendo las diferentes playas, disfrutando de cada una. Y en la Punta de Arpoador (lugar preferido por quienes practican surf) detenerse a visitar el Forte de Copacabana.Cuando se camina por esa vereda, diseñada por ese fantástico paisajista, que es Burle Marx y que simula las olas de mar. Uno se siente metido en una postal de la ciudad. Tanto a la mañana como al final de la tarde, es interesante observar a los cariocas más deportistas, corriendo por la playa o jugando al volei o fútbol en la arena.En todos los quioscos de la preciosa Orla de Copacabana está siempre presente la típica bebida de las playas brasileras el agua de coco. Con un golpe de machete le rebanan un extremo al coco, allí le hacen un agujero, le introducen una pajita y ya está lista para consumir.En ellos también se pueden comer los famosos petiscos de frutos de mar o el siri de mole. Al ir caminando por la playa de Copacabana, al costado de la rambla, uno se encuentra con construcciones de arena (garotas tomando sol, castillos, etc.) y sentados junto a ellas , ostentando una gran alcancía, están sus constructores orgullosos, esperando una recompensa monetaria de quien quiera tomarse una foto junto a su obra.Las garotas, como las pinta Vinicius desplegando una sensualidad permanente son parte del paisaje.
El desenfado en el actuar, la risa franca, la carcajada estruendosa, el saludarse a los gritos y la amabilidad con los turistas parece que está en la esencia de los cariocas.
Fuente:http://www.viamedius.com
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