Los recuerdos de Peñiscola

Viajar es vivir:
Entonces decidí apagar el fuego, sacarme el delantal, poner un poco de música y agarrar ese álbum de fotos. Durante mucho tiempo había evitado repasar aquellas fotografías de Peñíscola; sucede que había hecho ese viaje con Federico, antes de la separación.
Realmente me daba mucha bronca porque yo amaba ese lugar. Había quedado encantada tras descubrirlo y hubiese deseado repasar esas fotografías todos los días de mi vida y, sin embargo, esa separación, algo traumática, había coartado mis ansias.
Era julio y por pedido mío habíamos decidido viajar hacia esa ciudad rodeada de agua. Debimos viajar al corazón de la provincia de Castellón para, desde ahí, trasladarnos hasta Peñíscola.
Siempre me había gustado leer sobre este destino turístico. Me encantaba la historia de su castillo anclado en el mar, aquel que con el tiempo se iba poniendo viejito.
Me entretenía asimilar ese castillo con la vida de un humano: un pasado como sede de caballeros y fortalezas y un presente como museo, cada vez más enterrado en la superficie arenosa.
Y ahora, mirando aquellas fotos, podía regresar al momento en el que, junto a Federico, pude conocer esa joya del patrimonio local. Habíamos tenido que trasladarnos al pueblo antiguo y, apenas llegamos, yo le pedí a otro turista que nos sacara una foto.
Ahora pienso que hubiese sido mejor pedirle a Federico que me sacara una foto a mí y, de ese modo, ahora podría tenerla en un portarretrato.
Fuente:http://www.eviajado.com
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