Una fiesta popular en Santoña

Vialar es vivir:
Mes de agosto, cocina de mi casa. Me encuentro preparando una olla ferroviaria, plato típico de Santoña. Un santoñés amigo, que conocí en uno de los hoteles en Cantabria en febrero de este mismo año me había pasado la receta y, hasta el momento, no la había probado. Y ahora que ya está casi a punto, vuelvo a viajar con el olfato a Cantabria, para así llegar lo antes posible a Santoña, ese lugar que adoré, y al que pienso volver todos los años.
Lo haría, pues, todos los meses sólo para comer una olla ferroviaria como la que se prepara en esas tierras, porque por más de que yo la esté preparado, siguiendo paso a paso todas las instancias, el sabor no ha de ser el mismo. El de allá es distinto. Me atrevo a decir que es un sabor con color. Como su carnaval, la mejor fiesta popular que haya visto en toda mi vida.
Y bueno, el carnaval. Ese fue el motivo que me llevó hasta ahí. Empecemos por el principio. Escuela primaria, tema composición: El carnaval. Mi cuaderno repetía sin cesar. En cada composición libre que la señorita nos encargaba, yo aprovechaba para adentrarme en el tema del carnaval.
De pequeña en mi barrio se festejaba el carnaval – ya no, la era de la globalización nos sacó hasta el carnaval- y yo le encargaba a mi madre un traje con muchas lentejuelas. Ese era el único requisito: portar lentejuelas, no me interesaba ni el color, ni la forma, yo sólo quería menear lentejuelas.
Fuente:http://www.eviajado.com
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