Un lugar hecho para el romanticismo

Viaja y diviertete:
En cambio a mí me gusta mirar y comprar, aunque soy más deseadora compulsiva que compradora. Pero a él no le gustan los predios comerciales, igualmente quiso alojarse cerca de allí. Tal vez había pensado en mí, en lo que a mí me gusta hacer. Aunque no creo, él no es de pensar en mí. Seguramente eligió esa zona porque, además de tiendas, también allí hay teatros, cines, restaurantes y monumentos. Y también plazas, como aquella que visitamos el primer día.
La Plaza de Comercio, la más impactante plaza que haya visto jamás. Una estatua de un rey portugués la presidía, pero lo que más me gustó de allí fue el río que se acurrucaba cerca de ella.
En otros tiempos esta plaza era considerada la puerta de entrada a la ciudad. Del mismo tenor era la Plaza de Figueira, que no visitamos ese día pero si otro.
Y otro de los días, después de atravesar el arco triunfal, diseñado por el Marqués de Pompal (quien reconstruyó toda la ciudad después del terremoto), llegamos hasta la Rua Augusta, esa elegante y animada calle peatonal, con cafés, tiendas, y más tiendas, y más tiendas, y ahí la ví por primera vez, y se lo dije, pero el insistió con ir a tomar un café. Ni siquiera se molestó en mirarla para ver que era lo que me gustaba. Aunque después me vine a enterar que sí, que la miró, sino como iba a saber que esa era la que me gustaba.
Fuente:http://www.eviajado.com
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