lunes, 19 de octubre de 2009

Un deseo de visitar Thailandia

Lectura muy amena:
En aquella ocasión una pareja de amigos míos habían ido con un dinero ahorrado y habían montado un restaurante en una de las islas consiguiendo vivir allí durante tres años. Yo no quería hacer el viaje tan solo para gastar en una semana el dinero que tanto me había costado conseguir durante 8 meses haciendo de camarero. Quería tratar de sobrevivir allí con mi trabajo, así que desconociendo el idioma, incluido el inglés, tan solo se me ocurría intentar pintar cuadros para lograrlo. El planteamiento no era del todo ingenuo ya que en Barcelona ya había trabajado durante 8 años de dibujante de cómics, pero pintar cuadros era algo que todavía no había hecho, y hasta que no lograra hacerlo bien en mi país no me atrevía a intentarlo en otro lugar tan lejano.
Madurar esa idea me llevaría ocho años de la vida, pero al fin lograría dibujar algo que me permitía más o menos vivir; Me había convertido en un retratista de la calle. En Barcelona "La Rambla" era un buen lugar para trabajar pintando, pero al fín y al cabo no dejaba de ser "la calle", con todos sus inconvenientes y una acusada inestabilidad. Definitivamente, el viaje a Thailandia se me ofrecía como una oportunidad irrenunciable de investigar por un tiempo indefinido otras vertientes del arte que me pudieran algún día ofrecer un futuro mejor, a juzgar por lo ecónomico que suponía para un occidental vivir allí.
El viaje había empezado en la India, aprovechando la presencia allí de un amigo y compañero caricaturista de la Rambla que cada año acostumbraba a pasar 6 meses deambulando entre meditaciones por ese país. Él me introdujo en el ritmo de vida mochilero y un mes más tarde ya me encontraba como pez en el agua pintando cuadros y viajando por mi cuenta en Bangkok. Había logrado desde el inicio de mi viaje pintar por donde pasaba; Lo había hecho en Delhi, en Venarés, en el norte de la India, y lo estaba haciendo en Bangkok y en Chiang Mai. Mientras pudiera pintar, el viaje estaba justificado, y con cada cuadro que hacía descubría cosas nuevas que redefinían mi técnica. Evolucionaba y a mi paso por cada ciudad visitaba cuantas galerías podía. Conocía artistras locales e intercambiaba experiencias con todo tipo de personajes viajeros o residentes: músicos, artistas, artesanos, joyeros o comerciantes.
Fuente:http://www.viamedius.com
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